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Das Erste Spanische Lesebuch für Anfänger (Spanische Lesebücher) (German Edition)

Das Erste Spanische Lesebuch für Anfänger (Spanische Lesebücher) (German Edition)

Titel: Das Erste Spanische Lesebuch für Anfänger (Spanische Lesebücher) (German Edition) Kostenlos Bücher Online Lesen
Autoren: Lisa Katharina May
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mujer.
    –Aquí tiene –dijo Francisco y le dio su teléfono.
    –¿Me permite? –preguntó Francisco y volvió a meter su mano en el bolso del hombre. Sacó otro móvil y otro más.
    –¿Tampoco son de usted? –preguntó Francisco al hombre.
    El hombre lo negó con la cabeza y miró al otro lado.
    –¡Qué móviles más extraños! –gritó Francisco–. Se han escapado de sus propietarios y han saltado al bolso de este hombre. Y ahora están sonando en su bolso, ¿no?
    –Sí –afirmó el hombre.
    –Ya sabe que es mi trabajo proteger a la gente. Y los voy a proteger de usted. Suba a mi coche y le voy a llevar a un lugar donde ningún móvil pueda saltar a su bolso. Vamos al cuartel –dijo el policía. Después agarró el hombre por el brazo y lo llevó al coche.
    –Me gustan los ladrones tontos –dijo Francisco Seijas con una sonrisa, después de haber dejado al hombre en el cuartel.
    –¿Alguna vez has encontrado a uno listo? –preguntó David.
    –Sí, algunos. Pero no pasa muy a menudo –contestó el policía–, es muy difícil coger a un ladrón listo.

    Mientras tanto dos hombres entraron en el Banco Exprés . Uno hizo cola y el otro fue a la caja y le entregó un papel al cajero. El cajero cogió el papel y lo leyó:
    –Estimado Señor:
    esto es un atraco al Banco Exprés . Entregue todo el dinero. Sino tendré que usar mi arma. Gracias.
    Atentamente,
    Bob
    –Creo que le puedo ayudar –dijo el cajero mientras que, disimuladamente, activaba el alarma silenciosa–. Pero ayer guardé todo el dinero en la caja fuerte. Aun no la hemos abierto. Pediré que alguien la abra y que lleve el dinero ¿de acuerdo?
    –Vale. ¡Pero rápido! –contestó el atracador.
    –¿Le preparo un café mientras espera a los bolsos? –preguntó el cajero.
    –No, gracias. Sólo quiero el dinero –respondió el atracador.
    La radio en el coche de policía sonó: –Atención. Todas las unidades. Alarma de robo en el Banco Exprés .
    –Aquí P07. Recibido –respondió el sargento Seijas. Piso el gas y el coche arrancó rápidamente. Eran los primeros en llegar al banco.
    –Será un reportaje interesante si entramos –dijo David.
    –Chicos, haced lo que es mejor para vosotros. Voy a entrar por la puerta trasera. –dijo el sargento Seijas. Sacó su arma y se fue rápidamente hacia la puerta trasera del banco. David y Robert entraron al banco por la puerta principal. Vieron a un hombre cerca de la caja. Tenía una mano en su bolso y estaba mirando alrededor. El hombre que había entrado con él, salió de la cola y se puso a su lado.
    –¿Dónde está el dinero? –preguntó a Bob.
    –Roger, el cajero me ha dicho que lo ponían en bolsos –respondió el otro atracador.
    –Estoy harto de esperar –dijo Roger. Sacó su arma y la apuntó al cajero.
    –¡Quiero todo el dinero ahora mismo! –gritó. Después se movió al centro de la sala y gritó: –¡Atención, todos! ¡Esto es un atraco! ¡Que nadie se mueva!
    En este instante alguien cerca de la caja se movió. El atracador con el arma disparó sin mirar. Bob cayó al suelo y gritó: –¡Roger, imbécil! ¡Maldita sea! ¡Me has disparado!
    –¡No, Bobby! No he visto que eras tú! –dijo Roger. En este instante el cajero salió corriendo.
    –El cajero se ha escapado y nadie nos ha llevado el dinero aún –le gritó Roger a Bob–. La policía puede venir en cualquier momento. ¿Qué hacemos?
    –¡Coge algo grande, rompe el vidrio y coge el dinero! ¡Rápido! –gritó Bob. Roger cogió una silla metálica y la golpeó contra el vidrio de la caja. Claro que no era un vidrio normal y que no se rompió. ¡La silla rebotó y le dio al atracador en la cabeza! Se cayó al suelo y perdió el conocimiento. En este instante entró el sargento Seijas y les puso las esposas a los dos atracadores. Se giró y les dijo a David y a Robert: –Lo que había dicho. La mayoría de los delincuentes es simplemente tonta.

    Die Polizeistreife (Teil 2)

    Am nächsten Tag begleiteten Robert und David Francisco wieder. Sie standen neben einem großen Einkaufszentrum, als eine Frau zu ihnen kam.
    „Können Sie mir bitte helfen?“, fragte sie.
    „Natürlich. Was ist passiert?“, fragte Francisco .
    “Mein Handy ist weg. Ich glaube, es wurde gestohlen.”
    “Haben Sie es heute schon benutzt?”, fragte der Polizist.
    „Ich habe es benutzt, bevor ich das Einkaufszentrum verlassen habe“, antwortete die Frau.
    „Lasst uns reingehen“, sagte Francisco . Sie gingen ins

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