Das Zweite Spanische Lesebuch (Spanische Lesebücher)
misiles. ¿Cómo va a sortearlos?"
"Mantendré la aeronave a una altura de diez metros," dijo Rost, mirando atentamente el mapa.
"Esta viejo trozo de chatarra volará solamente a doscientos cincuenta kilómetros por hora. A esa velocidad y una altitud de diez metros - ése es el sueño de todos soldados de tierra que tengan un lanzamisiles entre las manos," el árabe señaló a Rost con el dedo, "Ashur dijo que usted era un piloto de combate experimentado. Pero no sabe cosas básicas. ¿Por qué está aquí?” el hombre empezó a gesticular mucho y Paul se dio cuenta de que tenía una pistola debajo de la chaqueta. “¿A quién has traído, Ashur? Dijiste que era piloto de combate.”
Ashur quiso decir algo, pero otra persona empezó a hablar.
"¿Qué tipo de avión llevaba?" dijo.
"Primero un caza. Después, tras haberme herido, me destinaron a aviones de carga. Llevé aviones mientras me disparaban desde tierra. Y normalmente a una altura de diez a treinta metros. Los soldados de tierra pueden derribar un avión incluso a una altitud de cinco mil metros y a velocidades de mil quinientos kilómetros por hora. Pero cuanto más bajo vuelas, menos misiles te lanzan. Si hay suficientes misiles antimisil los misiles no son tan peligrosos.” Rost miró hacia el avión, "Este DC-3 es tan viejo que podría partirse en el aire. Así que las bombas serán lo de menos," sonrió. Uno de los hombres sonrió también. El árabe intercambió miradas con él. A continuación dio unos golpecitos a Rost en el hombro, “De acuerdo, chico. Estás en el negocio. Me llamo Aladdin. Sabes, a veces me preguntan dónde tengo al genio. ¡Y yo les respondo que mi genio está en esta cosa!" el árabe sacó su pistola y la presionó contra la cara de Rost, "Así que es mejor que hagas lo que yo te diga y no preguntes cosas estúpidas. Después tú y Ashur veréis el cielo de diamantes,” sonrió Aladdin, “Sube al avión y comprueba el equipo. Saldremos en dos horas," añadió.
Rost entró en el avión. Había unos treinta hombres a bordo. También había unas cuantas cajas. Entró en la cabina. Peter Ashur ocupó el asiento del copiloto. Su padre se sentó en el asiento del navegador. Paul empezó a comprobar el equipo. El avión era tan viejo que algunos de los aparatos no funcionaban. Algunos ni siquiera estaban. Aladdin entró en la cabina.
"¡Oh, tenemos un gran navegador!" dio unos golpecitos al padre de Ashur en el hombro, "¿Qué hay en tus maletas?" le preguntó a Ashur.
"Nada... solo alguna ropa. Robé una tienda de ropa… para mujeres embarazadas," dijo Ashur.
"¿Quieres ir a la moda? Ya veo," sonrió Aladdin, "¿Cómo va eso, piloto?" se volvió a Rost, "¿Puedes llevar este viejo trozo de chatarra a Libia?" dijo.
"¿A Libia? Estoy seguro de que podría, pero me sorprendería que no se rompiera durante el aterrizaje," dijo Paul.
"Que se rompa durante el aterrizaje. Este avión solo hará el viaje de ida," dijo el árabe, y rió como un poseso. Cuando el árabe salió de la cabina, Paul Rost intercambió miradas con Ashur.
"Tenemos unos empleadores muy agradables, Peter," dijo Paul.
"Pagan bien. Lo demás no importa," dijo Ashur y miró hacia fuera. Dos hombres con uniformes de policía entraron en el hangar. El árabe y los otros dos “consultores” se acercaron a ellos y empezaron a hablar sobre algo emocionadamente, A continuación los “consultores” sacaron sus pistolas y obligaron a los policías a tumbarse en el suelo. Les cogieron las armas y los esposaron. Aladdin subió rápidamente al avión y entró en la cabina.
"Nos vamos ahora mismo," dijo en voz alta, "¡Rápido, vámonos!"
"Pero el avión aún no está listo. No he comprobado los motores," contestó Paul.
"¡Ya los comprobarás en el aire! ¡Despega, rápido!" gritó el árabe.
"De acuerdo, despeguemos," aceptó Rost, encendiendo los motores. El hangar se llenó de humo y ruido.
"¡Abrid las puertas!" gritó Aladdin. Varias personas bajaron del avión y abrieron las puertas del hangar. Después volvieron a subir al avión y cerraron la compuerta. El avión salió del hangar, giró hacia la pista y empezó a coger velocidad. Varios coches de policía llegaron al hangar. Después dieron la vuelta y siguieron al avión por la pista.
"¡Despega! ¡Despega!" grtió Aladdin. Frente a ellos apareció otro avión. Estaba despegando desde la misma pista, pero en otra dirección. Rost elevó el avión ligeramente del suelo, giró y empezó a
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