Das Zweite Spanische Lesebuch (Spanische Lesebücher)
Llevaba el traje nacional de los locales. Rost tocó su barba y miró sus ropas sucias. Ashur se acercó a Rost.
"El día más importante ha llegado, Sr. Rost. Hoy comenzamos la historia de un nuevo estado democrático," Ashur levantó las manos para mostrar la importancia del momento y salió de la habitación. El padre de Ashur se quedó allí. Se arrojó a los pies de Paul Rost y gritó: "¡Paul, salve a mi hijo! ¡Se va a meter en grandes problemas! ¡Usted es el único que no se ha vuelto loco por el dinero!"
"¿Pero qué puedo hacer ahora?" se justificó Paul, tirando del anciano para levantarlo, "Se supone que nuestra gente me va a sacar de aquí, y él podría venirse también. Pero, ¿quiere? "
"¡Arréstelo, Paul!" suplicó el anciano, y le mostró a Paul un par de esposas, "¡Aquí tiene las esposas!"
"Ahora es imposible, ya que está rodeado de muchos hombres armados," dijo Paul, mirando por la ventana.
"Oh, qué desastre, qué desastre..." repitió el anciano, agarrándose la cabeza con las manos.
En la plaza había todavía más gente. Todos gritaban y estaban muy agitados.
"¡Por la noche bombardearon los puertos marítimos!" gritó Ashur desde la plataforma, "¡El antiguo régimen no quiere darnos la libertad! Hoy nos visitará la Comisión de la Unión Europea; ¡vigilará las elecciones democráticas de nuestro nuevo país!"
Un avión volvió a sobrevolar el pueblo y en ese momento el teléfono de Rost sonó en su bolsillo.
"Sí," dijo Rost.
"Paul, ¡es peligroso estar ahí ahora! ¡Nuestros cuarteles han sido informados de que pronto van a bombardear! Nuestros chicos te sacarán de ahí en helicóptero en cualquier momento,” gritó Andrew por teléfono, “¡Estate preparado para salir corriendo!"
"¿Qué pasará con todas esas personas?" preguntó Paul, mirando a las mujeres y los niños de la multitud.
"¡No sé, Paul! ¡Nadie lo sabe!" respondió Andrew.
En aquel momento se perdió la conexión y Paul vio unos cuantos puntos en el cielo, a la derecha. Se acercaban rápidamente a la ciudad. Entonces, un helicóptero con una bandera azul a un lado voló por detrás de las dunas y aterrizó junto a la plaza. Nadie salió de él ni nadie entró. Rost corrió hacia él y abrió la puerta. Había dos hombres armados dentro.
"¿Paul Rost?" preguntó uno de ellos, "¡Entre, rápido! ¡Solo tenemos un minuto! ¡Van a empezar a bombardear este lugar ahora mismo!"
"¡Necesito llevar a más personas conmigo!" gritó Paul.
"¡Es solo usted! ¡Rápido!" insistieron los del helicóptero.
"¡Son de nuestro país! ¡No pueden dejar a ciudadanos nuestros aquí ahora! ¡Será rápido!" gritó Paul, y corrió hacia la plaza, hasta la plataforma. Lisa Pandora y Peter Ashur rechazaron volar.
"¡No somos cobardes! ¡Lucharemos!" protestó Ashur desde la plataforma.
"¡Suba al helicóptero, rápido!" gritó Paul al padre de Ashur.
"¡No lo abandonaré! ¡Es mi hijo! Debo morir con él," contestó el anciano.
Pandora miró hacia los puntos en el cielo. Ahora estaban cerca y se podía ver que eran grandes aviones militares.
"¡Paul!" gritó, corrió hacia él y le agarró el brazo. Juntos corrieron hacia el helicóptero y entraron. El helicóptero se izó y rodeó la ciudad volando. Las primeras bombas empezaron a caer sobre la ciudad. Cuando el helicóptero sobrevoló la plaza, Rost vio que Ashur estaba de pie sobre la plataforma y gritaba algo a las personas de la plaza. Las primeras bombas cayeron sobre la plaza y la gente corrió en diferentes direcciones. Pero él no se marchó. Era su momento de gloria. Ashur elevó las manos sobre la cabeza y gesticuló apasionadamente. ¡Era una superestrella! ¡Su sueño se había finalmente convertido en realidad! Estaba preparado para morir, pero no quería dejar marchar su sueño sin luchar. Fue lo último que vio Rost desde el helicóptero. El pueblo desapareció en el humo de las explosiones. Y pronto solamente una columna de humo en el horizonte señaló el lugar en que se hallaba.
Das Leben V erzeiht keine Fehler
Paul Rost ging in das Gebäude. Ein Mann mit einem Maschinengewehr versperrte ihm den Weg, aber Lisa Pandora sah ihn. Sie sagte etwas zu einem der Männer und er kommandierte dem Bewaffneten Rost hereinzulassen. Rost ging bis zu dem Zimmer, das Lisa Pandora betreten hatte. Die Tür öffnete sich leicht und Rost sah, dass Pandora das Geld übergab und einige Papiere unterzeichnete. Sie sah Paul und lächelte nervös. „Paul,
Weitere Kostenlose Bücher