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Das Zweite Spanische Lesebuch (Spanische Lesebücher)

Das Zweite Spanische Lesebuch (Spanische Lesebücher)

Titel: Das Zweite Spanische Lesebuch (Spanische Lesebücher) Kostenlos Bücher Online Lesen
Autoren: Elisabeth May
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arriesgarse. Sin embargo, Pandora no se detuvo. Yo no confiaría en ella si fuera tú," sugirió Andrew.
    "No voy a confiar en ella," Paul miró a Andrew, "Simplemente no quiero que la maten."
    "Espero que sepas lo que estás haciendo," dijo Andrew, y volvió al banco. Vega y Rost entraron en la furgoneta y Ashur arrancó.
    "Más rápido. No tenemos más de diez minutos," ordenó Rost. La furgoneta pasó muy rápido por el aeródromo. Cuando llegaron al bosque, Ashur detuvo el furgón. Rost, Vega y Stravinsky se bajaron.
    "Salude a su padre de mi parte," le dijo Rost a Ashur.
    "Paul, no se fíe de Pandora," le aconsejó Ashur, miró largamente a Rost y se fue. Rost, Vega y Stravinsky treparon por el muro y entraron en el hangar.
    "Este volará hasta Siria y destruirá medio Damasco," dijo Rost, señalando la enorme bomba. Vega corrió hacia el bombardero y empezó a trepar por él.
    "Espere, Sr. Director. Es fácil soltar esta bomba," añadió Rost, y Vega volvió inmediatamente, "Pero solo un misil alcanzaría este avión," dijo Paul, refiriéndose a un pequeño avión "pero tenemos un buen medio para evitar los misiles," dijo, entrando en el avión.
    "¿Qué medio?" dijo Vega con interés, y también entró en el avión.
    "Es usted, John. Usted y el dinero que hay en las bolsas. En el momento adecuado, cuando se lo ordene arrojará el dinero fuera del avión. Eso creará una nube que será lo único que vea el misil."
    "¡No tiraré el dinero!" gritó Vega, "Tiremos..." Vega miró a su alrededor, "¡a Stravinsky!" dijo.
    Pero Rost estaba ocupado despegando el avión y no contestó a Vega. Stravinsky ocupó el asiento del copiloto y Vega se sentó entre sus piernas.
    "Stravinsky, ¿sabe a dónde dirigir su catapulta?" preguntó Vega, pero Stravinsky colocó las bolsas del dinero sobre Vega y cerró la puerta de la cabina. El avión salió despacio del hangar. Varias personas vieron que un avión se estaba yendo sin permiso y corrieron tras él por el hangar, pero Rost encendió la postcombustión y el avión de combate despegó a enorme velocidad. Rost llevó el avión cerca del suelo para que los radares no lo pudieran ver. Stravinsky comenzó a gritar por la tensión nerviosa acumulada:
    "¡Siria! ¡Nos vamos a Siria! ¡Siria!" gritaba sin parar Stravinsky. Vega lo miró con los ojos muy abiertos, después se tapó los oídos con las manos y bajó la cabeza.
    En aquel momento Andrew estaba en el cuartel de la policía, removiendo cuidadosamente el azúcar de su taza de café. Sonó el teléfono y él lo contestó, era un oficial del Ministerio de Defensa.
    "Andrew, ¿vuelve a estar tu amigo presumiendo de sus proezas?” preguntó con indignación el oficial del ministerio.
    "Creo que es él,"  dijo Andrew, "Tiene algunos asuntos en Siria."
    "¡Entonces debería comprar un billete de avión normal en vez de mostrar sus proezas!" gritó el oficial, “¡Si no aterriza en tres minutos le lanzaremos un misil!"
    "La última vez le diste una medalla por sus proezas," dijo Andrew, "Al menos no lo mates esta vez. ¡No lo mates, si todavía necesitas héroes!" pidió Andrew, y colgó. Se levantó, salió del edificio y caminó por la calle. Sabía que no podría ayudar a los que gritaban.
    El avión voló por encima del mar. El continente había quedado detrás y ya no era visible, solo el humo de los misiles que volaban hacia el avión señalaba el lugar en que se hallaba la tierra.
    (Continuará)

    Du E ntscheidest, Mann
     
    Der Bankbeamte George Titan war überhaupt nicht überrascht, als er den ehemaligen Bankmanager John Vega, begleitet von Detektiv Paul Rost, sah. 
    „Guten Morgen, George“, sagte Rost zu ihm. „Ich führe eine Untersuchung über den Überfall in Ihrer Bank durch. Ich begleite John Vega gerade zu einem Ermittlungsexperiment.“
    „Ich verstehe. Kommen Sie bitte herein“, sagte Titan. „Guten Tag, Herr Manager. Wie geht es Ihnen?“, fragte der Sicherheitsbeamte den Manager, als ob sie gute Freunde wären.
    „Danke, George“, sagte der ehemalige Bankmanager John Vega. „Egal ob gut oder schlecht, es geht immer weiter.“
    Rost und Vega gingen in die Bank und sahen, dass der Tresorraum geschlossen war. Dann baten sie den Sicherheitsbeamten, sie zu dem neuen Bankmanager zu führen. Sie gingen in das Büro des Managers. Titan stellte Rost und Vega der neuen Managerin vor. Die neue Bankmanagerin war eine vierundfünfzig Jahre alte Frau. Ihr Name war Anna Furtada. Frau Furtada war überrascht,

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