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Das Zweite Spanische Lesebuch (Spanische Lesebücher)

Das Zweite Spanische Lesebuch (Spanische Lesebücher)

Titel: Das Zweite Spanische Lesebuch (Spanische Lesebücher) Kostenlos Bücher Online Lesen
Autoren: Elisabeth May
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prisionero - Gefangene, der
    33.    protegió - beschützte
    34.   recibió - begrüßte
    35.    recluso - Insasse, der
    36.    relajó - entspannte
    37.    robar - stehlen
    38.   salida - Ausgang, der
    39.    según – gemäß
    40.   sentirse avergonzado – sich schämen
    41.    sorpresa - Verwunderung, die
    42.   suavemente - sanft
    43.   vainilla - Vanille, die
     

    Crimen y C astigo
     
    El helicóptero sobrevolaba el Sáhara. Rost y Pandora iban sentados en silencio. Luego ella puso su mano sobre la de él y le sonrió. Lisa sacó una bolsa que se había llevado con ella de debajo del asiento y la abrió. Contenía dinero. Sonrió y guñó un ojo a Paul.
    "Es una pequeña sorpresa para mi chico," dijo.
    Paul se sacó un par de esposas del bolsillo. Se las mostró a Lisa, sonrió y le guiñó un ojo.
    "¿Qué es eso?" dijo Lisa, sorprendida.
    "Es una pequeña sorpresa para mi chica. Te quedarás en la cárcel unos cuantos meses, comprenderás tus errores y saldrás siendo una persona diferente,” dijo Paul, y le puso a Lisa las esposas.
    "¿Qué? Paul Rost, ¡eres un rufián! ¡Sácamelas inmediatamente!" gritó enfadada Lisa Pandora.
    "No te preocupes. Te prometo que no te condenarán a más de un par de meses," prometió Paul.
    "¡No quiero ir a la cárcel! ¡Vete tú! ¡Rufián!" gritó Lisa enfadada. Pero Paul solo rió.
    "No te preocupes, te llevaré fruta y helado," calmó a Pandora.
    "¡No quiero seguir conociéndote!" protestó ella.
     
    Transcurrieron algunas semanas. Paul Rost volvió al trabajo. Lo condecoraron con una medalla. Lisa Pandora fue juzgada. Paul la defendió y solo la condenaron a cuatro meses de prisión. Pero cuando fue a visitarla a la cárcel y le llevó fruta y helado, el helado acabó sobre su cabeza y la fruta salió volando por la sala. Paul dejó la prisión cubierto de helado y fruta. Pero no estaba enfadado con Lisa y, una semana más tarde, le volvió a llevar fruta y helado. Esta vez, Lisa lo recibió con una sonrisa .
    "¿Cómo estás, Paul Rost?" dijo ella, cogiéndole la mano. Paul se relajó y le sonrió.
    "Todo va bien, Lisa. Te he echado de menos," dijo, cogiendo una mano suavemente entre las suyas. Ella metió la mano en su bolsa y el helado acabó de nuevo sobre su cabeza. El guarda, que estaba en la sala, protegió a Paul ante la enfadada Lisa con su cuerpo, y la fruta también terminó sobre su cabeza. El guarda cayó al suelo y Rost salió rápidamente de la habitación. Mientras caminaba por el recibidor hacia la puerta de la prisión oía los gritos de Lisa Pandora. Un guarda y el prisionero que llevaba se detuvieron y miraron a Paul sorprendidos mientras él se limpiaba el helado de la cara. Paul sonrió y les dijo: “Una loca. En lugar de helado de vainilla, lo quería de chocolate."
    Finalmente volvió sin helado ni fruta. Lisa Pandora lo miraba en silencio.
    "Si no rechazas las visitas, espero..." estaba intentando encontrar las palabras adecuadas, “Lisa, creo que hice lo correcto. Quiero que comprendas…” Paul gesticuló agitado, pero Lisa no dijo nada y simplemente se quedó mirándolo.
    "No rechazo las visitas simplemente porque es aburrido estar en una celda," le dijo ella fríamente.
    "Lisa, entiendo que estés enfadada..." empezó, pero ella lo interrumpió.
    "Paul Rost, hay muchas cosas que no entiendes. Yo te las digo pero tú no escuchas, como un dálmata sordo. Tú y yo vivimos en mundos distintos. Tú y yo tenemos intereses y objetivos muy diferentes," continuó, "te di la oportunidad de empezar una vida nueva e interesante. ¿Qué hiciste? ¿Cómo me lo agradeciste, Paul Rost? Te llevaste todo lo que tenía y me metiste en la cárcel. ¿Por qué vienes a verme ahora? No te necesito. ¡Olvídate de mí para siempre y no vuelvas por aquí!" concluyó Pandora, se levantó y se marchó. Paul de repente se sintió avergonzado. No podría entender por qué estaba así y además delante de Lisa. Después de todo, no había hecho nada malo. ¡Había hecho lo correcto! Paul se tocó la cara roja con la mano. Miró por la habitación. Algunos guardas de seguridad y varios reclusos, que también tenían visitas, dejaron de hablar y lo miraron. Después todos siguieron con sus asuntos, y Paul Rost se levantó despacio y caminó hacia la salida.
     
    Pasaron otros dos meses. Paul no regresó a la prisión, principalmente se quedó en casa sin hacer nada. Finalmente, llegó el día en que Lisa Pandora salía de la cárcel. Paul Rost

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