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Das Zweite Spanische Lesebuch (Spanische Lesebücher)

Das Zweite Spanische Lesebuch (Spanische Lesebücher)

Titel: Das Zweite Spanische Lesebuch (Spanische Lesebücher) Kostenlos Bücher Online Lesen
Autoren: Elisabeth May
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comportarse - benehmen
    16.     cruce - Übergang, der
    17.     dar - geben
    18.    detenido - Häftling, der
    19.     deuda - Schuld, die
    20.    distancia - Entfernung, die
    21.     enseñar - beibringen
    22.    esperaba - hoffte
    23.    esperado - erwartet
    24.   estruendo - Lärm, der
    25.    expresión - Gesichtsausdruck, der
    26.    extendió - streckte
    27.    fluía - floss
    28.   furgón – Lieferwagen, der
    29.    gasolina - Benzin, das
    30.    gatear - kriechen
    31.     goma - Gummi, der
    32.    gradualmente - allmählich
    33.    guió - führte
    34.   iluminando - Blitz, der
    35.    infernal - höllisch
    36.    labio - Lippe, die
    37.    ladrar - bellen
    38.   levantarse - aufstehen
    39.    llevar - tragen
    40.   maleante - Betrüger, der
    41.    más fuerte - stärker
    42.   más lejos - weiter
    43.   mercancías – Fracht, die
    44.   modales - Manieren, die
    45.   mutuo - beidseitig
    46.   no se movían - bewegungslos
    47.   obedecer - gehorchen
    48.   ocho - acht
    49.   permitido - erlaubt
    50.    perro - Hund, der
    51.     planear - planen
    52.    porra - Knüppel, der
    53.    prisión central – Zentralgefängnis, das
    54.   realmente - tatsächlich
    55.    recordó - erinnerte
    56.    recuperar - wiedererlangen
    57.    relámpago - Blitz, der
    58.   ridículo - lächerlich
    59.    sarcasmo - Sarkasmus, der
    60.    sarcásticamente - sarkastisch
    61.     se deslizó - verschwand
    62.    silenciosamente - schweigend
    63.    sirena - Sirene, die
    64.   transportar - transportieren
    65.    tren de mercancías – Güterzug, der
    66.    trueno - Donner, der
    67.    vía – Gleis, das
    68.   ver - sehen
    69.    yacer - liegen
     

    No M ires A trás
     
    Paul Rost fue arrestado y metido en una celda en la comisaría. Rost entró en la celda y no podía creer lo que veían sus ojos. Allí sentado estaba John Vega. John Vega abrió la boca, sorprendido.
    "¿Detective Rost?" dijo, "Nunca habría esperado verlo aquí. ¿Cómo está?"
    "¿Sr. John Vega?" dijo Rost, "¿Cómo está? ¿Cuándo tiene pensado atracar de nuevo su propio banco, Sr. Director?" preguntó Rost sarcásticamente.
    "Su sarcasmo es ridículo, Paul. Después de todo, usted también está aquí. También es un criminal, Paul Rost," respondió Vega.
    "Por cierto, le dispararon pero está vivo," percibió Rost.
    "Ashur y Pandora tienen unos sentimientos tan apasionados hacia mí que siempre llevo un chaleco antibalas cuando voy a reunirme con ellos," sonrió el antiguo director del banco.
    "Creo que ese sentimiento es mutuo, John, ¿me equivoco?" dijo Rost.
    "Oh, sí, tiene razón. Por cierto, ¿sabe dónde están?" inquirió Vega.
    "No puede pasar un día sin que vea a sus queridos amigos," respondió Rost.
    "Sí, realmente tengo ganas de verlos," sonrió John Vega poco amablemente.
    "No creo que tenga la oportunidad de verlos en los próximos cinco años" dijo Rost.
    "¡Cinco años es mucho mejor que una cadena perpetua en una cárcel asiática!" rió Vega, "Además, siento lo que hice, así que espero que no me condenen a más de tres años," Vega estaba casi feliz. Rost se dio cuenta de que Vega había pasado de ser un director de banco respetable a una persona completamente diferente. Su apariencia y modales eran como los de un maleante. Realmente lo era, por supuesto. Rost miró hacia los barrotes de la ventana y recordó su primera reunión con él en el banco. También entonces había conocido a Lisa por primera vez. En ese momento el guarda abrió la puerta y miró dentro de la celda.
    "John Vega y Paul Rost, se os va a trasladar a la prisión central. ¡Salid de la celda !" ordenó. El guarda guió a Vega y a Rost hacia la salida de la comisaría. Se les metió en un furgón para transportar prisioneros. Dentro ya había uno, era Arthur Stravinsky. Vio a Rost, pero su expresión no cambió. Parecía que ni siquiera estaba sorprendido.
    "Gracias por darme una oportunidad," miró a Rost, "Estoy en deuda con usted."
    "¡Cierra la boca, Stravinsky!" le gritó el guarda.
    El furgón con los tres prisioneros se puso en marcha. Nubes negras colgaban sobre el pueblo. En el horizonte aparecieron resplandores de relámpagos. Dejaron la ciudad y fueron hacia la prisión central, que estaba a unos treinta kilómetros de allí. Los relámpagos se acercaban cada vez más. Empezó a llover y a tronar. La lluvia se convirtió gradualmente en un

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