Das Zweite Spanische Lesebuch (Spanische Lesebücher)
aparcamiento. ¡Ven, rápido! Te doy dos minutos." A continuación fue al armario marrón, encontró la caja número diez y empezó a sacar paquetes.
"Las pastillas para el dolor de cabeza no están en esa caja," dijo un hombre con zapatos marrones que avanzó silenciosamente hasta situarse tras él "En mi pistola hay siete pastillas para el dolor de cabeza. Te ayudarán inmediatamente."
El policía se detuvo y giró la cabeza. El hombre de los zapatos marrones lo apuntaba con su pistola: "¿Quieres probarlas?" ofreció.
"¿Ashur?" Rost estaba sorprendido, "¿Cómo nos encontró?"
"Hay sangre vuestra por toda la acera, desde la vía hasta la farmacia. Es extraño que la policía todavía no esté aquí," explicó Ashur.
"¿Qué hacemos con el policía?" dijo Vega.
"Este tiene sus propios intereses," respondió Ashur, "¿Verdad? Eres un policía malo, ¿a que sí?" preguntó Ashur al policía.
"En cinco minutos toda la policía de la ciudad estará aquí," dijo el policía, "Baja la pistola y dámela," añadió, estirando la mano, "Entonces no tendrás problemas."
"¡Levanta las manos y ponte de rodillas!" gritó Ashur, "¡O te daré un par de pastillas ahora mismo!"
"Estás muy nervioso," dijo el policía en voz baja, "Tienes que calmarte. Te conozco. Ya nos hemos visto antes, ¿verdad? Resistirte no te va a ayudar. Yo soy la ley. Ahora soy el poder," miró a todas las personas de la farmacia una tras otra, "Bueno o malo, garantizo seguridad para todos vosotros. Bajad las pistolas y dad tres pasos atrás. Después solo tendréis un pequeño problema." El policía habló despacio, sin detenerse, acercándose a Ashur cada vez más, "Si no lo haces tendrás grandes problemas. Todos los que se me resistieron los tuvieron ."
"¡Levanta las manos y ponte de rodillas!" repitió Ashur despacio.
"No te resistas. Solo dame la pistola y todo acabará bien para todos," seguía repitiendo el policía.
Ashur siguió retrocediendo hasta dar con la espalda en la pared. El policía se acercaba cada vez más y hablaba despacio y tranquilamente. Ashur bajó levemente la pistola. Justo entonces se abrió la puerta de la farmacia y entró Kent. Ashur miró al adolescente. El policía rápidamente le sacó la pistola con una mano y apagó las luces con la otra. El policía y Ashur empezaron a dispararse el uno al otro. En la oscuridad, solo el ruido y los destellos de los disparos señalaban sus posiciones y la dirección en que disparaban. Tras cuatro o cinco segundos todo cesó. Vega encendió la luz. Tanto el policía como Ashur estaban en el suelo y ninguno se movía. Había sangre debajo de ellos. Kent no estaba en la farmacia. Vega se acercó al policía y lo miró atentamente. Después desató las manos de Rost y de Stravinsky. Rost se acercó a Ashur y le desabrochó la ropa. Llevaba un chaleco antibalas, pero tenía el brazo herido. Rodó hacia un lado y se sentó en el suelo. Stravinsky le puso una venda en la herida.
"Sabe, Paul," Ashur miró a Rost, "Mi padre me hizo ayudarle, pero usted está metiéndose en cada vez más problemas. Si hubiera sabido antes que no tiene control sobre la situación, no le habría contado lo de Pandora," dijo Ashur, guardando la pistola en el bolsillo, "Creo que no tenemos más de cinco minutos para salir de aquí antes de que llegue la policía. Tengo el coche fuera."
No perdieron tiempo y se fueron rápidamente. En el coche, John Vega miró a Ashur durante largo tiempo. Finalmente empezó a hablar .
"Peter Ashur, ¿puedo hacerle una pequeña pregunta?" dijo finalmente.
"John, ¿quieres hacerme una pequeña pregunta acerca de una gran cantidad de dinero?" respondió Ashur con otra pregunta.
"¡Exacto! ¿Dónde están los cuatro millones de dólares que robé de mi banco?" gritó Vega, "¡Cuatro millones de dólares por los que casi me cortan la mano en Asia! ¡Por los que fui disparado en Libia por los soldados de Lisa Pandora, a quienes contrató con mi dinero! ¡El dinero por el cual me metieron en la cárcel! ¡Y por el que perdí mi trabajo favorito, Ashur!"
Ashur detuvo el coche al lado del Banco Imperial. Miró a Vega.
"Siento que hayas perdido tu trabajo, John. Hemos repartido el dinero entre los pobres de Libia, a quienes queríamos dar la libertad," explicó Ashur.
"¿Llamas a soldados contratados pobres de Libia?" protestó Vega, "¡Pero yo también quería participar! ¡Yo también quería liberar a los pobres de Libia! ¡Yo, un respetable director de banco,
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